miércoles, 27 de enero de 2010

Enumerando faltas

Me preguntaron porque aún se considera que mi país es tercermundista. Porque de este término hay muchas películas (hollywoodenses todas) que expresan todo lo que este término significa.

Y sin embargo, pocas cosas en mi país podrían considerarse de este tipo: un excelente servicio de electricidad para toda la republica, un gobierno que no solo en comparativa con la región, sino por sus propios méritos, se ha ganado un mote de estabilidad del que pocos gobiernos en el mundo pueden ostentar.

Una red de carreteras envidiables; empresas de todo el mundo haciendo negocios con nosotros; aeropuertos de primer nivel; una red hospitalaria pública que pese a todo, funciona con más o menos eficiencia.

¿Entonces porque no podemos presumir de ser países de la utópica categoría “segundo mundo” Entre otras cosas, supongo que los más grandes problemas de mi país no son sus carencias, sino la calidad de algunos puntos importantes. ¿El primero que viene a mi cabeza? En honor a la verdad –y por algún resquicio de humanismo que me queda- mencionaré uno que supondrá una contradicción a mi enumeración: El Sistema de Salud.

Por lo menos a mi me parece inhumano la forma en que las enfermeras suelen tratarte: por tanto me decidí salir de una clínica asistencial hace poco: porque no creí que mi simple gripe valiera la pena de tanto menoscabo.

Supongo que me pasará. ¿Pero, que tal si no fuera una simple gripe? ¿Qué tal si se complicaran las cosas? –existencialismo barato aparte- supongo que no pueden esperar grandes cosas de un pueblo que, básicamente, esta enfermo.

martes, 26 de enero de 2010

Un necesario cambio de roles

Resulta que el gobierno ha gastado más de lo que se proponía subsidiando el transporte público... Básicamente, debe entenderse que el Gobierno esta pagando las ganancias de los empresarios del transporte, lo que si por un lado parece anti-ético, por el otro raya en lo estúpido.

Uno de los principales problemas para que el sistema de transporte público se regule mediante las reglas del mercado (Oferta y demanda), es que es un servicio demasiado fundamental para la vida pública de un país: vida pública sobre la cual descansa el quehacer económico de la nación.

Ahora, yo no niego que por ahora sea un mal necesario que el gobierno se inmiscuya en el sistema de transporte público: de hecho, considero un cambio, que más que radical el siguiente paso lógico, el que el gobierno tome el total control del negocio.

Que no vengan con la poca rentabilidad del negocio: ya es poco rentable tanto para los empresarios como para el gobierno, que debe pagar sus utilidades; la verdadera ganancia es que el Estado podrá tomar un negocio poco rentable de unos pocos millones de dólares, en lugar de seguir manteniendo a todos los empresarios por sumas exorbitantes, tomando en cuenta que antes de estafar al gobierno, ya se ha estafado al público en general.

Además, existen otros temas que el gobierno podrá afrontar mejor que los empresarios: reordenamiento del sistema, rentas, modernización de flotas. Hagamos cuentas