domingo, 5 de septiembre de 2010

Un poco de las viejas esperanzas

Reconozco que lo mejor que se puede hacer en casos de total emergencia es recurrir a las esperanzas viejas, aquellas que creíamos desechadas en la cabeza.


Siempre que nada se me ocurre, tomo la vieja libreta de apuntes y me leo un par de líneas. A los cinco años, mi mayor sueño era leer todos los libros del mundo. A los siete, esperaba terminar mis días al lado de una esquimal.


Ahora, creo que solo seré feliz si termino mis dias con la extraña niña esa de Sonora, México


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