jueves, 17 de diciembre de 2009

Sigo quejándome de mi mismo.

El problema de hablar de política en es estos días –aparte de lo mal que lo hago – es que ya nadie quiere creer en ella: no hay un blog en Internet que hable enteramente de ella (el mío es uno de tantos así), a o al menos no tan abundantes como se pensaría.
En definitiva he visto que mezclan hasta carreras de autos, muñecas Barbie y música de Morodo.

Y para terminar de empeorar las cosas, resulta que no he definido aún mi ideología: izquierda, retrogrado; derecha, imperialista; el peor pecado es ser de centro, ya que en realidad nadie te toma en serio.
Se me ocurre hacer prosa: por fin que todos mis poemas lo parecen, y al menos esos tienen una gran afluencia de visitantes en otros sitios.
Y para colmo de males, resulta que en mi intención de promocionar este nombre, producto de mis accesos esquizofrénicos, hay otras webs que puntean en Google con él (Aunque no gracias a él).

Y como si eso no bastara, es posible que no reciba comentario alguno a esta entrada.

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