miércoles, 23 de diciembre de 2009

Sobre golpes, estados y recuerdos de infancia

De seguro, a nuestro señor canciller (¿recuerdan que soy salvadoreño, verdad?) nunca le dieron en la escuela medallita por su desempeño académico, de seguro siempre soñó estar en el podium de los niños destacados, figurar en el cuadro de honor de su colegio: y he de creer que este odio a las menciones honoríficas fue el que propició el despido del embajador salvadoreño en Honduras, Sr. Sufrido Ochoa Pérez.

Que el gobierno es provisional, que pudo ser o no bueno la destitución de Zelaya (pobrecito, y tantas ganas que tenía de gobernar que hasta andaba buscando reelección), y que nadie en el mundo muestra conmiseración alguna a los golpistas, no es motivo para que la relación que el embajador tuvo con el gobierno provisional sea razón de despido. Es embajador, no podía dejarles de hablar a los hondureños así nada más.
Si, suena raro lo de la medallita, es imperativo investigar porqué: para que el canciller le haya despedido, el embajador debe haber participado en el golpe de estado, solo una intromisión de este tipo puede valerle algo así.

Apenas he oído la noticia de caminos acá –mi tan preciado acceso a Internet-, y quería señalarles cuanto de esto es posible que nos espere en el futuro: minutos después, el noticiero refería ciertos proyectos de ley para reformar a los medios de telecomunicación, con el caballito troyano de reformar el espectro radial, para al fin reformar el contenido de que recibimos los salvadoreños…. Y que no lo estoy defendiendo del todo, porque no es el mejor que nuestra población pueda recibir, pero eso es otro día.

Es decir que ya empezó a mostrar la falta de dialogo y concertación que tanto le recriminan a los gobiernos de derecha: poco a poco se va transfigurando, supongo y temo que los pocos espacios de opinión se conviertan en centros de adoctrinamiento.
¿Apocalíptico verdad? Sinceramente espero que en esta reseña, haya primado mi faceta de escritor, más que la de adivino: suficientes tiranos tiene el mundo para uno más.

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