lunes, 17 de diciembre de 2012

Dimensión poética del tiempo según el universo

En su libro Historia de la ciencia: Una breve historia de casi todo, Bill Bryson hace una métafora que nos ayuda a visualizar nuestro lugar dentro de la escala de tiempo del universo.
Si imaginásemos los 4.500 millones de años de historia de la Tierra reducidos a un día terrestre normal, la vida empieza muy temprano, hacia las cuatro de la madrugada, con la aparición de los primeros simples organismos unicelulares, pero luego no hay ningún avance más en las dieciséis horas siguientes. Hasta casi las ocho y media de la noche, cuando han transcurrido ya cinco sextas partes del día, no empieza la Tierra a tener otra cosa que enseñar al universo que una inquieta capa de microbios. Luego, por fin, aparecen las primeras plantas marinas, a las que siguen veinte minutos más tarde la primera medusa y la enigmática fauna ediacarana, localizada por primera vez por Reginald Sprigg en Australia. A las 9:04 salen nadando a escena los primeros trilobites, seguidos, de forma más o menos inmediata, por las criaturas bien proporcionadas de Burgess Shale. Poco antes de las 10:00 empiezan a brotar las plantas en la tierra. Poco después, cuando quedan menos de dos horas del día, las siguen las primeras criaturas terrestres.

Gracias a unos diez minutos de meteorología balsámica, a las 10:24, la Tierra se cubre de los grandes bosques carboníferos cuyos residuos nos proporcionan todo nuestro carbón. Aparecen los primeros insectos alados. Poco antes de las 23:00 irrumpen en escena los dinosaurios e imperan durante unos tres cuartos de hora. Veintiún minutos antes de la media noche se esfuman y se inicia la era de los mamíferos. Los humanos surgen un minuto y diecisiete segundos antes de la media noche.

El total de nuestra historia registrada, a esta escala, sería de sólo unos cuantos segundos, y la duración de una sola vida humana de apenas un instante.
Una foto donde no estamos nosotros.
Fuente
Bryson nos será el mejor divulgado científico de todos, pero es fascinante la visión que entrega en su libro referente a la ciencia. Más adelante, el autor cita a otro con una metáfora hecha con los brazos, que puede ser incluso más ilustrativa que la anterior:
Tal vez un medio más eficaz, de hacerse cargo de nuestro carácter extremadamente reciente como parte de este cuadro de 4.500 millones de años de antigüedad, es que extiendas los brazos el máximo posible e imagines que la extensión que abarcan es toda la historia de la Tierra. A esa escala, según dice John McPhee en Basin and Range, la distancia entre las puntas de los dedos de una mano y la muñeca de la otra es el Precámbrico. El total de la vida compleja está en una mano, «y con una sola pasada de una lima de granulado mediano podrías eliminar la historia humana».
Personalmente, cuando leo temas referentes a la escala de tiempo que se maneja el Universo, no puedo dejar de pensar que Lovecraft nos asustaba con cuentos que no estaban del todo equivocados.


Algunos buscan en viejas mitologías formas de sorprenderse, en cuanto al universo se refiere. Me parece que el universo es por si mismo bastante sorprendente para eso. Aquel escritor de Providence lo sabía

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