viernes, 27 de noviembre de 2009

Dicrepando con el pasado

Encontré de casualidad la vaga referencia a ciertos comentarios, que me obligan a considerarlos, puesto que no trascendieron en el debate que debieron hacerlo.
Fue el domingo 13 de septiembre, cuando el arzobispo de la San Salvador, Monseñor José Luis Escobar, exhortó a los partidos de oposición, (Que en El Salvador son constituidos por la derecha) a que se opusieran a la aprobación del presupuesto de la nación y de los prestamos necesarios (Según Swift, hasta los caballos tomaban por estúpido que un gobierno gastara más de lo que tenía en realidad). Esto se haría como presión para que fueran ratificadas las reformas a los artículos 32, 33 y 34 de la Constitución salvadoreña, de forma tal que quedarían prohibidos los matrimonios entre personas del mismo sexo.

Antes de nada, es preciso aclarar que en El Salvador, la homosexualidad no es especialmente alta, estadísticamente hablando
Recuerdo que ya esto fue un tema de polémica artificial: las últimas sesiones de la anterior asamblea legislativa obviaron la ratificación de leyes más importantes, y se abrió un intenso debate sobre quien no debe o no casarse.
La comunidad de homosexuales en el país, bastante escasa, reaccionó casi por arco reflejo cuando se vieron en el ojo del huracán, y no más de 30 personas hicieron algún tipo de manifestación al respecto. Entiendo que la comunidad en cuestión es bastante más grande que eso, pero lo que quedo claro es que ellos no están muy interesados en casarse, como los diputados quisieron hacer creer: de allí que solo fuera una polémica artificial.
Todas estas noticias apenas resonaban en los medios, vistas talvez como un eco de lo que a nivel internacional pasaba en esos momentos.

Puede parecer otro de mis temas meramente salvadoreño, pero más de alguno podrá encontrar en el la generalización de un tema, que es tan polémico en su generalización como cuando se estudia por partes; la humanidad parece haber dado grandes saltos y superado grandes barreras, pero la realidad cotidiana demuestra que aún nos llenamos de estúpidos prejuicios ante personas que son diferentes a nosotros.

He hablado de que nuestras diferencias es lo que hacen del genero humano un ente excepcional; este podría ser un axioma, muchos aún se atreven a atacar a ciertos grupos, y a satanizarlos hasta niveles sumamente ridículos; revisen arriba: el obispo pretendía que un atraso en el presupuesto de la nación, con todo lo que esto supone, estaba justificado si con eso se podía castigar a los homosexuales.
Entiendo que el la aprobación del presupuesto pueda atrasarse si algún sector cree que su tajada no es la suficiente para alcanzar los objetivos, pero secuestrar la estabilidad económica y social de un país entero por castigar un problema que no tenemos me parecen dogmas reaccionario que buscan la confrontación de una sociedad contra si misma.

Tantas tribus urbanas que pregonan abiertamente conductas homosexuales, emos por ejemplo, me hacen cuestionar quien será la mayoría dentro de algunos años… acepto que esta vez si sueno descabellado, pero solo hay que pensarlo un poco… mis hijos talvez no puedan casarse siendo heterosexuales, ya que sus derechos de minoría pueden haber sido pisoteados por el gobierno de una nueva mayoría, que es tan inflexible como lo fueron con ella. Estúpida venganza también, pero este es el realismo en la pesadilla.
Si tuviéramos que rechazar a todo homosexual por el simple hecho de serlo (No voy a ahondar en la naturaleza humana), sería alarmante saber cuantos científicos, artistas, y personas importantes al genero humano deberían ser borrados de los anales de la historia.

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