domingo, 8 de noviembre de 2009

Algunas notas sobre un esfuerzo que no existe

La experiencia, que precede a todas las formas de conocimiento, me ha enseñado a través de los años que el esfuerzo no significa precisamente aplicar una fuerza física considerable; en mi opinión crear una buena idea es también esforzarse, sobre todo porque las buenas ideas son tan esquivas como estrellas fugaces y no es fácil forzar a la imaginación.

Claro, hoy en día todos subestiman una buena idea. Les parece solo habladurías de más, y es que tienen algún grado de razón porque hoy en día cualquiera habla sin tener nada bueno que decir –a veces dudo de la utilidad de mis propias opiniones- y resulta que hoy en día todo el mundo es crítico. La buenas ideas están devaluadas porque el mercado esta lleno de malas ideas.

Mi punto es que aquello que da valor agregado a una buena idea, es el desarrollo que de ella se hace: hay que entender que una buena idea por si misma no vale nada, mi vasta experiencia de casi dos décadas sobre esta tierra me dice que a lo largo de los años mis he tirado a matar con mis mejores ideas, cuando en realidad debía haberlas hecho comandantes de las huestes.

Y te he dicho que apresurarse no significa éxito. Cuando tengas aquellos que consideres una buena idea, es preciso que empieces a considerar su naturaleza en función de la amplia competitividad que suele haber entre otras. Si se te ocurre poner un negocio, debes pensar que lo hace diferente a otros, que es lo que va a hacer que la gente gaste en tu proyecto y no en el de otro.
Las ideas deben desarrollarse más allá del simple embrión que significa su destello original; esa es la razón por la que muchos escritores de relatos largos pueden alcanzar fama con una sola obra, aún cuando lo demás de su obra sea malo, pero porque para ser poeta debes tener una amplia colección de poemas que sean buenos: a veces sin no se encontraban en el mismo poemario no valdrá nada.

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